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CRÍTICA
DE ÓPERA LA VANGUARDIA - 04.24 horas - 13/11/2002 JORGE DE PERSIA No es frecuente en Barcelona, a pesar de sus festivales y ciclos de música contemporánea, asistir al estreno de un ópera, y además de autor local. Nos sobrarían los dedos de una mano para contar las veces que eso ha sucedido últimamente. El camino para el estreno suele ser más laberíntico que en esta ocasión, en el que el estreno ha sido propiciado por un acontecimiento que aparentemente nada tienen que ver con la ópera: el IV Festival Internacional de Televisió de Barcelona. La televisión y los niños es sin duda un tema que sintetiza muchos de los problemas de nuestra sociedad, sobre el que es necesario una mirada al futuro con seria reflexión, es la esencia de ese futuro que está en juego. El Observatori Europeu de la Televisió Infantil encargó al joven compositor Alberto García Demestres una pequeña ópera -"ópera de bolsillo"- sobre libreto de Valentí Gómez i Oliver para ser interpretada por el Cor Vivaldi. Con estos ingredientes, sobre un texto que desgrana metáforas en torno a los dedos de la mano, protagonistas de la tecnología actual, lleno de llamadas a la atención sobre la solidaridad y el poder, García Demestres -uno de cuyos últimos trabajos había sido también una ópera, "Mariana en sombras", con texto del poeta Antonio Carvajal- ha construido un discurso musical de gran efecto, con muy buena técnica y sin concesiones en cuanto a la expresión de su lenguaje musical. Conocedor de la excelente respuesta de las niñas del Cor Vivaldi, de la capacidad de afinar, del encanto de su voz infantil, y de la responsabilidad ante el trabajo de este coro que dirige Óscar Boada, García Demestres dio relevancia a la idea de que la música, el canto en comunidad, puede ayudar a cambiar las cosas. Sin interrupción, interludios melódicos e instrumentales, cantos de marcha, secuencias rítmicas que alternan con episodios líricos y un trabajo incesante del coro dividido en grupos que representaban a cada dedo de la mano, se presentan enmarcados por una sensible intervención de un niño (Nao Albet) que se ocupa de la apertura y del cierre de la obra. La sencilla puesta en escena contó con una adecuada proyección animada y también brilló el grupo instrumental. En fin, un excelente trabajo de conjunto, coro y compositor subrayados. |
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